Martina Meseguer ha cumplido sesenta y seis años y vive sola en su piso de la Pedrera. Un día descubre a alguien que la espía con unos prismáticos. El hecho se repite. Martina contrata a una detective.
Una despedida reflexiva y emotiva de la juventud. El desánimo y los miedos a los que se enfrenta una mujer que acaba de traspasar la fina línea que la separa de la tercera edad. La urgencia y, al mismo tiempo, la fatiga de vivir.