Sola en su piso de la Pedrera, Martina está atravesando un gran momento vital en total armonía con los miles de turistas que se pasean por el edificio y los cientos de personas que trabajan en él. Pero nada es tan brillante como parece, y el encuentro casual con un desconocido la sumerge en una montaña rusa de sentimientos que había olvidado y que no contaba con volver a vivir. Un gesto tan simple como un abrazo hace tambalear su mundo tranquilo y controlado, empujándola a una relación que irá tomando forma poco a poco gracias a las redes sociales.